La primera edición de esta obra se publicó en 1803. El autor ejercía entonces unas funciones que podían llegar a ser de mucho influjo (las de Tribuno). No tardó en advertir que el objeto del gobierno no era trabajar de buena fe por la pacificación de Europa, y por la felicidad de la nación francesa, sino por un engrandecimiento personal y vano, en gran manera insensato, puesto que debía acarrear la humillación y la ruina. Las formas de libertad que se conservaban, el respeto que se proclamaba a los derechos de la nación y de la humanidad, eran una apariencia destinada a embaucar la parte del público que no reflexiona. Los hombres a quienes no se podía engañar, y que no están sujetos a la venalidad, eran contenidos por una administración activa, apoyada en la fuerza militar.
Sintiéndose el autor demasiado débil para oponerse a semejante usurpación, y no queriendo prestarse a ella, hubo de retirarse de la tribuna; y revistiendo sus ideas de fórmulas generales, escribió verdades que pudiesen ser útiles en todo tiempo y en todo país. Tal fue el origen de su tratado de Economía política... (de la Advertencia)