"Si profundizamos en el arte de escribir, en el oficio propiamente dicho, maestros como Gabriel García Márquez insisten en la relevancia de una aptitud innata; "se nace o no se nace escritor". Otros, como Bioy Casares, Vargas Llosa y Rilke, nos conceden la esperanza de creer que se puede llegar a producir buena escritura con el trabajo continuo y decidido. Estoy convencido de que como en todas las artes, para ser escritor se requiere una gran cuota de ingenio. Visto el problema desde esta perspectiva, no se puede enseñar a escribir. Creo que es posible enseñarle a una persona a utilizar herramientas de argumentación, propiciar espacios que mejoren los procesos de pensamiento relacionados con la composición y la corrección de un texto, favorecer la conciencia sobre la estructura, la gramática, el sentido lógico. Estos aspectos se pueden discutir, mejorar y seguramente hasta aquí pueden llegar las intenciones del taller. Pero la inspiración, la agudeza crítica o la ironía, son definitivamente aptitudes individuales por fuera de los alcances pedagógicos. Proponer lo contrario me parece irresponsable".