Sólo la enorme capacidad de Zorrilla para teatralizar una historia y versificar graciosa e incansablemente salva a su versión del mito de don Juan de ser un pastiche hueco y sermoneador. Pese a la liquidación del personaje de don Juan como mito del libertinaje y como héroe romántico que supone el presentarle (aunque sólo sea en el último segundo de la obra) arrepentido de su vida pecadora y salvado por amor a doña Inés, la obra se ha convertido en la más representada del teatro en lengua castellana. Esos versos pegadizos (a menudo, excesivamente simples) y ese cóctel de poses románticas ya en indudable estado de domesticación tienen la culpa.